sabato 17 dicembre 2011

Dictadura sobre las Necesidades. La Escuela de Budapest [Mojmir Krizan, Eberhard Kiesche, 1985]

 * Este trabajo fue publicado en alemán bajo el título de “Diktatur über die Bedürfnisse” en Aus  Politik und Zeitgeschichte, B, 31/85.     











En este trabajo se analiza la crítica a los sistemas sociales de  Europa oriental formulada por la “Escuela de Budapest”, a la  que pertenecen autores como Agnes Heller, György Márkus,  Mihály Vajda, Ferenc Fehér, María Márkus y András  Hegedüs.  Los autores parten de la discusión de la filosofía de la  historia determinista y la teoría de la alienación de Carlos  Marx. Sobre la base del enfoque filosófico de la “Escuela de  Budapest” se hace comprensible y plausible su crítica de lo  que ellos llaman las “sociedades de tipo soviético”. En este  contexto cobran especial importancia su teoría totalitaria  modificada y el concepto de la “dictadura sobre las  necesidades”. Finalmente, se presentan algunas ideas de los  autores en torno a los elementos de una sociedad no alienada.  Cierto que, con la selección del término “dictadura sobre las  necesidades” como caracterización global de las sociedades  soviéticas, la concepción del proyecto de la “Escuela de  Budapest” no hace justicia plenamente a la realidad del  sistema soviético, pero el concepto es útil para estimular  otros proyectos de investigación orientándolos hacia los  elementos centrales del fenómeno señalado.   
   La muerte de José Stalin el 5 de marzo de 1953 y la sucesiva crítica oficial a su  régimen de terror (crítica al “culto de las personas”) creó entre los satélites  esteeuropeos de la URSS la esperanza de una liberalización política mediante  ”reformas desde arriba”. Con el llamado deshielo como telón sociopolítico, el  pensamiento marxista en esos países tuvo un nuevo auge, centrándose en el  desarrollo de teorías críticas de las formaciones sociales socialistas. Este  renacimiento, encaminado a la revisión de la ideología oficial y elaboración de una  nueva perspectiva socialista basada en la obra del joven Marx, transitó varios  estados de desarrollo siguiendo la línea del abandono gradual del leninismo, en  primer lugar, y luego - en algunos casos - hasta del propio marxismo.   George Lukács llamó “Escuela de Budapest” a aquel grupo de filósofos y sociólogos  húngaros cuya actividad teórica comenzó durante el “deshielo”1 bajo su propia  dirección espiritual. El mismo se refiere a los cuatro autores siguientes: Agnes  Heller; György Márkus; Mihály Vajda y Ferenc Fehér2. Comúnmente son también  incluidos András Hegedüs y María Márkus así como, a veces, los autores más  jóvenes György Becde y János Kis3. Usando las palabras de Lukács, la función e  importancia de la “Escuela de Budapest” se circunscriben a la comprobación y  aplicación del método de Marx en todas las áreas importantes de la vida social4.   


EN TORNO A LA TEORIA DE LA ALIENACION   El análisis politológico concreto de los escritos de la “Escuela de Budapest” parte de  la discusión de la filosofía de la historia determinista de Karl Marx y su fondo  antropológico, especialmente la teoría de la alienación. En este contexto, Agnes  Heller desarrolla una teoría escéptica de la historia, que no incluye afirmaciones  sobre el futuro y donde no se intenta derivar el deber ser del ser. La superación del  pensamiento marxista en términos de necesidades históricas tiene como  consecuencia que la superación de la alienación deja de ser el estado final u objeto  de la historia y se convierte en el valor máximo, característico de la conciencia  histórica moderna, así como en idea reguladora de la acción del hombre5. En el  presente alienado, la relación entre el hombre y sus objetivaciones como género no  fomenta el desarrollo de sus “fuerzas esenciales como género”. Marcando la  discrepancia entre la rica esencia del género y la pobre existencia individual, la  alienación misma representa un conflicto de valores6.   El comunismo representa la solución del problema de la alienación, pues ha de  permitir a todos los miembros de la sociedad apropiarse de la riqueza del género.  El único modo de realizar una “vida buena” es constituir comunidades de individuos libres en torno a ciertas importaciones de los valores universales, sobre  cuya base los individuos libres desarrollan formas específicas de la vida buena en  comunidad7, en consecuencia, la utopía racional moderna debe postular la  pluralidad de valores y formas de vida.   M. Vajda considera que es imposible superar totalmente la alienación sin  cuestionar el logro más importante de la sociedad burguesa, a saber: la libertad del  individuo8. En consecuencia, entiende el socialismo como intento de establecer un  equilibrio entre la libertad (individualismo), por una parte, y la igualdad y  fraternidad, por la otra, dentro del marco de la sociedad burguesa y sobre la base  de la democracia política9.  La viabilidad de la concepción de una sociedad libre y solidaria es demostrada por  el análisis de la era moderna10 . La era moderna se caracteriza por dos  componentes fundamentales, a saber: la sociedad burguesa y la industria  productiva. Estos componentes tienen sus propias lógicas internas de desarrollo,  que se contradicen y pueden estar representadas por grupos sociales diferentes. La  sociedad burguesa contiene tanto la lógica de la universalización de la economía  de mercado, la exclusividad de la propiedad privada, del crecimiento de la  desigualdad y ejercicio de dominación, como también la lógica del  desenvolvimiento de la libertad y los derechos humanos en el proceso de  democratización, igualdad de derechos y descentralización del poder. El desarrollo  de la industria tiende a limitar el mercado y centralizar la asignación de los  recursos en manos del Estado11.   A estas lógicas de desarrollo corresponden necesidades contradictorias de los  hombres que viven en la sociedad burguesa. A. Heller elabora su teoría de las  necesidades como interpretación de la teoría de las necesidades de C. Marx. La  sociedad capitalista abstrae de las diferencias cualitativas entre las necesidades  reduciéndolas todas a necesidades económicas, es decir, a necesidades socialmente  formadas de la existencia biopsicológica. La estructura capitalista de las  necesidades experimenta otra abstracción mediante la reducción de las necesidades  económicas al afán de lucro. La alienación de las necesidades se pone de manifiesto  en esta reducción y homogenización así como en el uso del concepto del interés en  lugar del de la necesidad. Marx opone a esto su concepto de la necesidad como  categoría de valor filosófica-histórica y antropológica12. Su “hombre lleno de  necesidades” representa una construcción filosófica con bases empíricas, que se  apoya en la lógica del desarrollo humanista y democrático, así como en el concepto  de la “riqueza social”. 
    En consecuencia, una parte de las necesidades que surgen en la sociedad burguesa  no puede ser satisfecha dentro del marco capitalista representando, entonces, un  elemento de su superación, a saber: las llamadas necesidades radicales13. En ellas se  manifiesta el “deber colectivo”14, que aspira satisfacerlas mediante la superación del  capitalismo. Dado que las necesidades representan la base material de los valores,  una ética que postula la satisfacción de las necesidades radicales es una ética  socialista15 que tiene la función de superar las contradicciones del desarrollo  moderno antes mencionadas mediante el fomento de la lógica de la liberación del  individuo sobre la base de la democratización y humanización total de la  sociedad16.   


LA NEGACION DEL RACIONALISMO   Los sistemas “comunistas” de Europa oriental se caracterizan por el hecho de que  no satisfacen el criterio de la prioridad del desarrollo de la lógica humanista y  democrática de la sociedad burguesa, es decir, la realización de la calidad social,  libertad, concientización y universalidad. El propósito original de la dominación  bolchevique fue resolver los problemas de la era moderna dentro del marco de esta  lógica, concretamente la opresión social y nacional, pobreza, ausencia de derechos  cívicos individuales y colectivos, cargas y efectos destructivos de la  industrialización, las guerras y sus consecuencias, la carrera armamentista,  etcétera. Esto no se ha logrado. Al contrario, algunos problemas se agudizaron17.  Las causas de tal desarrollo antisocialista incluyen el atraso económico de la Rusia  pre y posrevolucionaria, el atraso cultural de la clase obrera que permitió a los  intelectuales asumir el liderazgo del movimiento, y la cultura política deficiente de  estos intelectuales que se evidenció en el desprecio de la democracia burguesa  ”formal” y en la inclinación hacia formas jacobinas de la dictadura revolucionaria18.  Los problemas relacionados con estas condiciones, que reclamaban solución,  condujeron a que los bolcheviques escogieran aquellas ideas del amplio espectro  socialista que, junto con el ambiente de atraso, generaron el actual sistema social  del bloque oriental, la “dictadura sobre las necesidades”19.   En este contexto, el papel dominante lo ocupa el jacobinismo de los bolcheviques,  a saber: por un lado, la deificación del hombre idealizado unida al desprecio  profundo por el hombre real, por otro que reclama su conducción por parte de una  minoría virtuosa, que le promete su redención mediante una dictadura de puño y hierro, justificando así el terror20. El partido leninista, como ejecutor de esta  dictadura del proletariado de corte jacobino, se autocomprende como partido en  sí, como partido único cuando, en realidad, tal autointerpretación representa una  contradictio in adjecto, una contradicción en sí misma, pues no es más que una  secta21. La ética utilitarista, la moral burguesa egoísta de Lenin y otros  bolcheviques transplantada a la clase y su partido, los hizo organizar la sociedad  entera según el modelo de una fábrica22, donde el Estado y las demás  organizaciones sociales fungen como látigos. Este espíritu tecnocrático-estatista  fue fomentado por la necesidad de superar el atraso económico, teniendo como  consecuencia la negligencia de todos los demás valores fundamentales del  socialismo23.   Estos factores hacen aparecer la nueva formación social como reacción al  capitalismo con sus conflictos y contradicciones económicas, específicamente a  nivel de la industrialización24. En síntesis, los sistemas del socialismo real han  adoptado sólo una de las tres lógicas de desarrollo de la era moderna, a saber: la  lógica de la industrialización, rechazando la lógica humanista y democrática de la  sociedad burguesa por su inviabilidad en el marco de la dictadura del proletariado  e industrialización tecnocrático-estatista25. Pero dado que el socialismo no puede  ser separado del perfeccionamiento de la lógica humanista y democrática de la  sociedad burguesa, las formaciones del socialismo real no pueden ser consideradas  como progresistas en el sentido de los valores antes expresados26. A pesar de su  capacidad de reproducirse, estas formaciones representan históricamente un  callejón sin salida27.   Con la selección parcializada de los elementos de teorías socialistas y la praxis  política fundada en ella, se traicionó el legado del racionalismo pues el socialismo  dejó de ser un movimiento racional para convertirse en la negación del  racionalismo28 . En la era del racionalismo, se elaboró una serie de principios  racionales tales como la organización científica de la sociedad en lugar de su  desarrollo espontáneo; establecimiento de la armonía social; reconocimiento de la  libertad, igualdad y fraternidad como valores fundamentales; rechazo de la  discriminación por raza, casta o clase, y la existencia de una esfera pública. Dado  que estos principios no rigen en los países del socialismo real, los sistemas sociales  de los mismos pueden ser considerados como irracionales29. En consecuencia, el  intento de superar las deficiencias racionales del capitalismo generó un nuevo tipo  de crisis de la racionalidad. Una economía de coerción sustituyó la economía de  mercado y todos los valores constitutivos de las condiciones de vida de una sociedad racional fueron suprimidos30. Esto significa que no se cumplió la  pretensión de concebir y realizar la racionalidad material como forma superior a la  racionalidad capitalista31. La adopción exclusiva de la lógica de la industrialización  y el rechazo de la lógica humanista y democrática de la sociedad burguesa, las  deficiencias de la racionalidad material, así como el carácter antirracional de las  formaciones sociales del socialismo real, las hacen aparecer, en muchos aspectos,  como premodernas32. Esta apreciación es reforzada por la acentuación del carácter  personal de las relaciones entre los hombres en esos países, incluso en la esfera de  la dominación política.


   ”SOCIEDADES DE TIPO SOVIETICO”   Ante el perfil de esta posición filosófica de partida de la “Escuela de Budapest”, se  hace comprensible y plausible su crítica científico-política de lo que ellos llaman  ”sociedades de tipo soviético”. Dado que la crítica trasciende el campo del sistema  político penetrando la esfera cultural, especialmente la vida cotidiana, el enfoque  de los autores puede ser calificado de antropológico, en consonancia con su  interpretación de ellos mismos. Están conscientes también de la significación de la  dimensión histórica y la diferenciación entre los países de Europa oriental. No  obstante, persiguen el objetivo especial de desarrollar un modelo relativamente  abstracto de las sociedades soviéticas, que abarque a todos los países europeos  orientales.   Conviene aclarar, primero, lo que no representan estas formaciones sociales. No  representan ni el socialismo ni el capitalismo ni las modificaciones de éstos33.  Tampoco pueden ser interpretadas como meras reacciones a especificidades  regionales, puesto que “se trata de un sistema global o, al menos, tiene pretensiones  globales”34. Rechazan asimismo las teorías de la sociedad en transición35, del  capitalismo de Estado36 y del modo de producción asiático37. Partiendo de la teoría  de las necesidades, la formación social de tipo soviético es definida como  ”dictadura de las necesidades”.   En cuanto al sistema de dominación política, se puede establecer una serie de  elementos característicos del aspecto político de la dictadura sobre las necesidades.  Dado que todo el poder social está concentrado en manos del partido comunista, es  conveniente comenzar destacando la soberanía del partido. Esta implica la  realización de todos los poderes constitucionales y la administración pública, la  fusión personal de toda la cúpula del Estado con la cúpula del partido (dominando  este último) y el control partidista de todas las demás organizaciones sociales, las cuales deben representar y ejecutar la voluntad de la dirección central38. Este  sistema excluye toda organización competidora o política alterna. La posición  social de los miembros del partido no goza de garantías legales ni tradicionales,  razón por la cual se ven obligados a aceptar plenamente el espíritu de casta del  partido39 y defender su pretensión de soberanía. Del principio de la soberanía del  partido se colige que la soberanía popular queda excluida, de modo que el pueblo  no tiene ningún derecho a participar en la escogencia de los gobernantes. A pesar  del principio del centralismo democrático (o precisamente debido a él) no hay  control alguno sobre la dirigencia partidista. En la práctica, es precisamente ella la  que detenta la posición del soberano real40.   La estructura de dominación centralista excluye la separación de poderes, pues  éstos representan una unidad. El soberano decide en cuanto a constituciones, leyes,  fallos y condenas en los juicios políticos relevantes. La justicia no tiene sino una  función ejecutiva. Los parlamentos no tienen ningún poder. “En la práctica, la  unificación de los tres poderes significa que no hay más que uno, el poder ejecutivo”41. No  hay equilibrio de fuerzas entre los ministerios como organismos de control de la  sociedad. Los conflictos de intereses que puedan surgir no deben dirigirse contra el  partido. La mayor porción de poder transferido se encuentra en manos de la  policía política. Está sujeta a toda la población, pero permanece bajo el control del  soberano quien no está dispuesto a tolerar la independización tendencial de la  policía y su conversión en poder político autónomo. El poder del ejército también  depende del soberano. En la actualidad tiende a crecer debido a la política  imperialista de la Unión Soviética42.   La realidad escondida tras la pretensión del Estado de derecho socialista se  analiza con miras al derecho penal43. Bajo el régimen stalinista, la función del  derecho penal era -desde el punto de vista psicosocial y en vista del terror  generalizado -la de crear una atmósfera de culpabilidad y complicidad a fin de  exculpar a los responsables. Después de la muerte de Stalin, el derecho penal fue  formalizado en cierto grado, lo cual hizo aún más patente su carácter draconiano.  La pena capital fue extendida, es mayo de 1961, a crímenes económicos graves; en  julio de 1961, a violaciones graves de los reglamentos monetarios y en febrero de  1962, a delitos contra la vida, salud y dignidad de miembros de los cuerpos  policiales y de la milicia.   Es conocido el nuevo modo de proceder contra los opositores, a saber: su encierro  forzado en instituciones psiquiátricas, que forma parte de la rutina cotidiana.  Todavía existen campos de trabajo forzado y de internamiento, aunque, a  diferencia de los tiempos stalinianos, los campos ya no son tan generalizados y  mortíferos44. Igual que antes, la policía tiene el derecho de internar ciudadanos sin    juicio previo. Aunque existen ciertas formas de justificación jurídica del control  social, éstas no cuestionan el privilegio del partido de violar o pasar por alto las  leyes por él mismo establecidas. La existencia de tales leyes se debe a las razones  siguientes: la necesidad del aparato de poder de protegerse contra los excesos de la  dominación autocrática; el papel cada vez más importante de los fragmentos de  mercado, que hacen indispensable un mínimo de procedimientos formalizados en  la praxis económica: la posición central de la familia y la reforma ineludible del  derecho penal después de la muerte de Stalin. Ahora se acepta incluso la existencia  de individuos atomizados dentro de estructuras familiares pequeñas, puesto que la  familia autoritaria ha asumido el papel de sostén de la sociedad autoritaria45.   El papel funcional central del poder ejecutivo plantea el problema de la  burocratización. Las estructuras burocráticas de la dominación son consecuencia  de la estructura política y del modo de funcionamiento del aparato de poder, no su  funcionamiento original. El grado extremo de burocratización se hace necesario  porque el soberano totaliza su poder y control sobre la sociedad entera, incluyendo  la economía. Los miembros de la burocracia no son servidores públicos  comparables a los “civil servants” de la Gran Bretaña, sino más bien “servidores del  Estado” según el modelo prusiano alemán, cuya responsabilidad nunca es con los  ciudadanos, sino únicamente con los superiores, es decir, con el soberano en última  instancia46. Ahora bien, dado que el partido como soberano está por encima de la  ley, se produce una característica específica de la burocracia soviética que es su  doble lealtad: por un lado, la lealtad con los superiores en el marco de la jerarquía  organizativa y el deber de administrar de acuerdo con reglas formales y estrictas y,  por otro, la lealtad al partido, al que pertenece la mayoría de los funcionarios de la  administración pública, pero cuyas directrices pasan frecuentemente por encima  de esas reglas. El papel secundario de las reglas formales tiene como consecuencia  que a los ciudadanos no les queda sino el derecho de hacer peticiones y el derecho  de denunciar. Se reconoce que ni el socialismo puede renunciar a una  administración eficiente y profesionalizada, por lo cual se deben aceptar las  tendencias burocratizantes47.   


ABSORCION DE LA SOCIEDAD POR EL ESTADO   La soberanía del partido, la no separación de poderes y la sujeción de las mayorías  bajo una burocracia poderosa indican que no existe ningún contrato social entre  dominantes y dominados. En la Unión Soviética, la sociedad civil (los autores  húngaros prefieren usar este término gramsciano) está completamente absorbida  por el aparato del Estado. Mediante la destrucción o redefinición funcional de la  sociedad civil se imposibilita el contrato social y, en consecuencia, el  reconocimiento del individuo como miembro libre o igual de la sociedad,  condición previa para la formación de partidos e instituciones independientes48. El   45 Ibidem, pp. 294ss.  46 Ibidem, p. 203.  47 Hegedüs, A.: Sozialismus und Bürokratie, Reinbek, 1981, pp. 71ss.  48 Heller, A.: ob. cit. (nota 13), p. 96.     
    principio leninista del papel de vanguardia del partido, histórico-filosóficamente  fundado, impide que los dominantes se entiendan como socios dentro de un  contrato social o como dominantes cuya dominación fue legalizada a través de un  contrato entre los dominados. Se criminaliza hasta la insinuación de un contrato  social en el campo político.   Otro aspecto de la destrucción de la sociedad civil es la inexistencia de una esfera  pública. Esto sustrae la estructura política a toda crítica y la conserva,  circunstancia que obstaculiza además las reformas económicas debido a la  dependencia de la economía de la política. En este contexto, los intelectuales  adquieren una tarea nueva en el sentido de dejar de desempeñar el papel de  vanguardia, es decir, formular programas políticos en nombre del pueblo o de la  clase trabajadora, para poner sus ideas críticas al servicio de la formación de una  esfera pública en Europa oriental. Sólo basándose en ella se puede iniciar un  debate razonable sobre las tendencias y los programas del desarrollo social en  Europa oriental49.   Especialmente con respecto a la estructura de legitimación inoficial del poder  soviético, debemos mencionar el elemento del paternalismo50. El Estado se ve a sí  mismo como padre cuyas decisiones persiguen el beneficio de los súbditos. La  autoridad paterna sanciona y elogia, está por encima de toda crítica. La Unión  Soviética es interpretada como una gran familia. El lado feo de esta autoridad  paterna es que hasta la vivienda, calefacción, ropa y el disfrute cultural fueron  convertidos en favores de los que los súbditos pueden ser privados en cualquier  momento y que, en consecuencia, se prestan como instrumentos para asegurar el  control estatal sobre el individuo51.   De estos elementos básicos del sistema político de los países de Europa oriental se  derivan dos caracterizaciones generales. Dada la identidad fáctica del soberano (la  dirigencia partidista) y el Estado, el sistema político se califica como absolutista. En  vista de la legalización constitucional del mismo, se habla de un absolutismo  constitucional52 . La legalización constitucional se explica por el hecho de que  ciertas instituciones estatales, p.ej. los soviets, no se podían eliminar ya que el  partido no estaba dispuesto a asumir funciones administrativas, por lo cual había  que mantener el paralelismo de partido y Estado. El uso del término “absolutismo”  se debe también a la constatación de paralelos históricos con los Estados  absolutistas de la edad moderna. Estos últimos intentaron también sujetar o  eliminar a todas las organizaciones y fuerzas sociales, modernizar la sociedad con  arreglo a planes y concepciones económicas e imponer la industrialización con  sangre y fuego53. Esta caracterización del sistema de dominación soviético es cuestionable por varias  razones. En primer lugar, el partido como soberano está separado  institucionalmente del Estado; segundo, en los Estados absolutistas occidentales  había una discrepancia evidente entre la pretensión de dominación del monarca  absoluto y la imposición de esta dominación; tercero, el concepto del absolutismo  constitucional parece ser demasiado ensayístico y, en general, superfluo, más aún  cuando en el mismo contexto se introduce el concepto de Estado totalitario.   Por sociedades totalitarias se entienden sociedades exclusivamente políticas.  Estas se caracterizan por la identidad de persona y ciudadano, de esfera pública y  privada. Sólo son totalitarias cuando esta identidad fue impuesta anulándose la  separación ya establecida entre Estado y sociedad. Tal unificación coercitiva de  Estado y sociedad por un poder central se realizó en la URSS luego del fracaso de  la Nueva Política Económica, al final de la década de los años veinte. En su curso,  el Estado definió la ideología oficial y los campos de participación política. Esto  implicó la criminalización del pluralismo54. Los derechos ciudadanos, que están  codificados en la constitución y permiten formalmente el pluralismo, sólo pueden  ser invocados en la medida en que sean compatibles con los objetivos de la  construcción de la sociedad comunista55. Tal compatibilidad, así como los objetivos  mismos, son determinados por el soberano. La extensión del concepto de  criminalidad depende únicamente del sistema de valores, los objetivos políticos y  la voluntad personal del soberano.


   DICTADURA SOBRE LAS NECESIDADES   Sobre la base de esta modificación de la teoría totalitaria, los autores presentan un  modelo más convincente de las formaciones sociales de Europa oriental que el  derivado del absolutismo constitucional. A fin de especificar aún más el concepto  de totalitarismo, teniendo en cuenta las características de su forma europea  oriental, los autores desarrollan la concepción de la dictadura sobre las  necesidades.   Según A. Heller, las “sociedades de tipo soviético” agarran al hombre en sus raíces,  en sus necesidades. Partiendo de la convicción de que es posible determinar  científicamente las necesidades verdaderas y falsas del hombre, la cúpula  partidista del momento establece las necesidades sociales que deben ser  satisfechas. La producción y distribución planificadas de los bienes materiales se  realizan con arreglo a lo establecido, sin consideración de la demanda real. Las  necesidades de libertad, organizaciones independientes e información son tratadas  como falsas, artificiales y contrarrevolucionarias y, en consecuencia, suprimidas56.   F. Fehér nombra las cuatro características siguientes de la dictadura sobre las  necesidades57:   1) La sociedad entera se ha convertido en un conglomerado de trabajadores  asalariados. Los trabajadores no pueden ejercer influencia sobre el proceso de  producción y la relación entre horas de trabajo y tiempo libre. No poseen ni los  más mínimos derechos colectivos.   2) La fuerza de trabajo está sujeta completamente a la élite planificadora. El Estado  puede determinar autoritariamente las necesidades humanas en general y la  estructura que las mismas deben tener para ajustarse a los objetivos del sistema.   3) Los trabajadores no tienen posibilidad alguna para manifestar sus necesidades  de libertad. Los principios de pluralismo, representación y contrato son  incompatibles con la determinación hiperracional de las necesidades.   4) Todos los objetivos sociales deben planificarse de tal manera que se ajusten  plenamente a la determinación autoritaria del sistema de las necesidades humanas.   La génesis del sistema de la dictadura sobre las necesidades se describe mediante  la reconstrucción del debate político-económico entre Stalin y Bujarin. Al principio  había un consenso tácito entre los bolcheviques en el sentido de que la  manifestación ilimitada de necesidades individuales era ilegítima y peligrosa. En la  fase siguiente, se produjo la determinación de prioridades de los intereses de  diferentes grupos sociales por parte del partido, colocado por encima de ellos,  mediante la abstracción y mitificación de las necesidades empíricas. Así, el partido  consolidó su poder sobre la sociedad. En la tercera fase, se procedió a la  generalización objetiva de las necesidades materiales y culturales, es decir, su  valorización arbitraria independiente de los individuos como portadores de  necesidades empíricas58.   A este análisis preliminar podemos agregar la consideración crítica de que se  observan al menos tres significados de la “dictadura sobre las necesidades”, a  saber:   a) La dictadura como no reconocimiento de las necesidades manifestadas (p. ej.  necesidades de consumo).   b) La dictadura evidenciada en la prohibición de manifestar necesidades (p. ej. la  necesidad de libertad de expresión, eliminación de la censura, pluralismo de  partidos).   c) La dictadura que, mediante la manipulación de la vida cotidiana logra impedir  el surgimiento de ciertas necesidades (p. ej. las necesidades de vivir en un Estado  de Derecho, de autogestión en la esfera económica, etcétera).  
    Mientras que algunos trabajos de A. Heller59 parecen limitar el significado de la  dictadura sobre las necesidades a lo expresado en a) y b), la posibilidad ya  mencionada del control sobre las formas de uso del tiempo libre sugiere que los  autores pensaron también en el significado descrito bajo c), pues el control sobre  las esferas del trabajo y del tiempo libre permite, en forma indirecta, controlar el  surgimiento y desarrollo de las necesidades.   La dictadura sobre las necesidades implica la división de la sociedad entre  dominantes y dominados, entre el aparato uniforme, por un lado, y el pueblo no  organizado ni particularizado con arreglo a intereses, por el otro. Puesto que esta  división política se manifiesta también en lo social y económico, se plantea la  cuestión, discutida intensamente entre los marxistas europeos orientales, si se trata  de una división de clases60. El aparato se caracteriza por su uniformidad, es decir,  la fusión de las funciones de definir los objetivos, ejecución de las medidas y  control (a diferencia de la burocracia meramente ejecutiva en el sentido  weberiano). Mediante circulación de los funcionarios se logra que éstos no se  identifiquen con una función específica, sino con el aparato en conjunto, lo cual les  permite representar el interés superior del partido y Estado. Pero a pesar del hecho  de que éste monopoliza todas las posiciones de poder social, sus miembros no  desarrollan, por su ideología, ninguna conciencia de clase en el sentido del  conflicto de intereses con otros grupos sociales, pues todos ellos se entienden como  representantes del interés público, a diferencia de las masas que no comprenden el  principio e interés estatales. Sin embargo, tal relación con las masas no resulta de  un mecanismo económico objetivo. Al vincular el concepto de clase con la  existencia de ese mecanismo, como lo hace Marx, los miembros del aparato no  pueden ser considerados como clase.   El segundo elemento del concepto de clase de Marx es la contradicción de clases.  Aunque resulta difícil trazar una línea divisoria entre el grupo corporativo  dominante y el resto del pueblo, la contradicción de intereses “que existe entre el  grupo de personas que posee el monopolio sobre el poder estatal en todas sus formas y  disfruta todos los privilegios económicos, sociales y culturales relacionados con éste, es  decir, cuya praxis convierte en realidad la dominación del aparato sobre la sociedad, y  aquellas personas que no poseen ningún derecho de participar en los asuntos comunes de la  vida pública, dependiendo de decisiones que no pueden controlar y que penetran hasta su  vida privada”61, esta contradicción de intereses, pues, es evidente: “La apropiación del  plusproducto social por parte del aparato como corporación que proporciona la base  material de su forma específica de dominación -puesta en práctica a través del control y  poder de disposición y determinación de todo el proceso de reproducción social y  distribución de los frutos de la producción que poseen sus miembros -está en extrema  contradicción con los intereses materiales inmediatos y los intereses objetivos a largo plazo       
de los trabajos productivos así como de las mayorías populares oprimidas”62.   Esta contradicción de intereses, que puede conducir incluso al conflicto abierto,  justifica el uso del concepto de clase: “Si nos remitimos al concepto de clase en su  sentido correlativo general y no tan preciso, existen razones fuertes para considerar las  sociedades soviéticas como nueva forma histórica de la sociedad de clases. En términos más  exactos, observamos en las sociedades soviéticas profundas tendencias estructurales de  reproducción constante de la contradicción dicotómica de los intereses del grupo  corporativo dominante y la pluralidad desorganizada y amorfa de los productores  inmediatos”63. A la misma conduce también el análisis de la estructura de la división  social del trabajo. Por otra parte, el concepto de clase se vincula también con la  existencia de formas sociales pluralistas que no se dan en los sistemas sociales del  socialismo real, lo cual conduce a la conclusión de que las sociedades soviéticas no  son sociedades de clases64.   


RADICALISMO PERVERTIDO   En la esfera económica, la dictadura sobre las necesidades se pone de manifiesto  en la función básica de la élite del Estado y partido, la cual se resume en la  ”maximización del volumen total de medios materiales, que en su calidad de  valores de uso están sujetos al poder de disposición global del aparato”65,  primordialmente en los medios de producción. Sólo aquellos medios de  producción son considerados como “costos reales” de la producción y sólo aquellos  productos son tomados como medida de su “utilidad”, que están sujetos al poder  de disposición del Estado. En cambio, los costos y usos (valores) de la esfera  privada no sólo no entran en los cómputos oficiales, sino que ni siquiera se  consideran como “parte de la riqueza social. Al contrario, ellos representan una amenaza  contra el aparato, porque confieren a sus dueños formales o fácticos alguna medida de  independencia económica”66, ya que no se puede garantizar que estos valores sean  usados de acuerdo con los objetivos de desarrollo social definidos por el aparato.  Además, el control central impide el surgimiento de una dinámica económica (y  también social y cultural) independiente, lo que tiene como consecuencia que el  crecimiento económico no sea más que una copia parasitaria del aumento de  eficiencia desarrollado en otras sociedades según patrones “ajenos”, vale decir,  capitalistas. En consecuencia, las formas de desarrollo basadas en tales plagios  permanecen extensivas cumpliendo el objeto primordial de la extensión de la base  material del sistema de dominación existente67.   No obstante, la disfuncionalidad del sistema de planificación conduce al  surgimiento de un área especial de la iniciativa individual bajo la forma de la economía no oficial. Podemos distinguir dos sectores de esta economía, a saber: la  ”segunda economía” abarca todas las empresas y actividades privadas que  funcionan según las reglas de mercado y llenan las lagunas de la economía  dirigida, mientras que la “tercera economía”... “cierra las brechas abiertas en la primera  economía por las contradicciones de la organización de la producción”68. Está basada  sobre el trueque de productos y servicios a través de las relaciones personales entre  los directivos de las empresas y, como forma ilegal de la economía de trueque,  resulta muy difícil distinguirla de la corrupción común. La tercera economía  obstaculiza la planificación central. Otra razón del surgimiento de la economía no  oficial la representa el hecho de que la producción se está moviendo  constantemente en el límite de lo materialmente imposible, de modo que la  producción, no la demanda, determina la oferta de bienes de consumo. En  consecuencia, los bienes que las personas desean son escasos y, además, se  caracterizan por sus precios fijados por el Estado y su frecuentemente mala  calidad. De este modo, se ejerce el control sobre el consumo69.   La economía coercitiva, la dictadura sobre las necesidades y el paternalismo estatal  incluyen también una dimensión político-social, como elemento más importante en  la legitimación del sistema, la cual justifica su calificación como sociedad  garantizada, donde el Estado aparece como garante de la realización de la meta  socialista y, por ende, también de las funciones de política social. En ella, el  individuo renuncia, a cambio de un nivel de vida mínimo garantizado, a otras  opciones de Estado y sociedad, a la posibilidad de hacer su propio futuro, a la  libertad y al derecho del uso crítico de la razón70.   La otra cara de esta garantía y los objetivos hiperracionales es la irracionalidad del  sistema entero. Los principios y criterios de una sociedad racional abarcan la  planificación y organización racionales; establecimiento de la armonía social;  reconocimiento de los valores de la ilustración (libertad, igualdad y fraternidad) y  el rechazo de toda discriminación por raza, casta o clase71. Estos criterios no se  cumplen. Las empresas que producen al margen de la demanda no se cierran, lo  cual conduce a la producción de desecho, despilfarro de energía humana y  recursos naturales y, por ende, a la reproducción de la escasez. Los valores de la  ilustración no se reconocen de hecho, y la discriminación clasista es evidente.   Frente a la pretensión de racionalidad material del sistema, debemos hablar, más  bien, de una crisis de racionalidad nueva, que resulta de cuatro contradicciones  sistémicas:   1) El objetivo de expansión de la producción conduce a la extensión del poder de  disposición del aparato dominante sobre la riqueza material.   2) Con la abolición del mercado se destruyó el único sistema de cálculo capaz de  servir como fundamento de la predicción matemática del proceso económico y del  cálculo racional de costos para la reproducción y distribución.   3) La dictadura ha reprimido todos los valores que podrían fundamentar una  racionalidad social general, así como los medios de comunicación libres para la  manifestación de necesidades individuales y crítica de la sociedad.   4) La intención emancipadora, basada en el marxismo, de sujetar el mero afán de  lucro económico a una racionalidad social, no sólo ha conducido a un sistema  económico despilfarrador que ignora completamente el “factor de costo” humano,  sino que destruyó también muchas relaciones de racionalidad “formales” sobre  todo el sistema judicial “formal”72.   Heller, Fehér y Márkus resumen la dictadura sobre las necesidades  caracterizándola como radicalismo pervertido. El hombre de Marx como norma,  lleno de necesidades y libre para manifestarlas es totalmente reprimido mediante  la igualación de las necesidades y su sujeción a la voluntad de los detentores del  poder. Desde este punto de vista, el radicalismo de la represión resulta pervertido.  Otras manifestaciones del radicalismo pervertido son los esfuerzos de los centros  de poder destinados a convertir la sociedad en una “comunidad” uniforme (sin que  se elimine el status especial del aparato de poder corporativo), a liberar a los  hombres de su egoísmo burgués mediante la represión de la esfera privada y la  tendencia terrorista de captar la personalidad humana entera a fin de reeducarla,  es decir, de estatizar al hombre73. “El soberano, es decir, el partido o sus dirigentes,  nunca han renunciado en principio a lo que se llama la “moralidad comunista, a saber: el  derecho de un aparato de poder autodesignado de disponer de la vida entera, las costumbres,  preferencias, motivaciones, del futuro e incluso, de la existencia física del individuo”74.   


ELEMENTOS DE UNA SOCIEDAD NO ALIENADA   El estado actual antes descrito de las sociedades europeas orientales, pero también  su relación crítica con el capitalismo occidental, indujeron a la Escuela de Budapest  a esbozar más detalladamente algunos elementos de una sociedad no alienada, a  partir de la idea reguladora de la superación de la alienación (a diferencia de la  promesa mesiánica de su superación total pronta y hasta planificada)75. La idea de  la superación de la alienación, que puede entenderse igualmente como punto de  partida utópico-normativo de su crítica a las formaciones sociales soviéticas,  contiene los elementos siguientes: el crecimiento continuado de la riqueza social; la  oportunidad de todos de disponer de las objetivaciones creadas por ellos mismos;  la superación de la división del trabajo y de relaciones jerárquicas, así como el   72 Ibidem, pp. 279-282.  73 Ibidem, pp. 298ss.  74 Ibidem, p. 300.  75 Ver p.ej.: Hegedüs, A.: “Der Messianismus ist ein ‘Verbrechen gegen die Menschheit’”, en Links,  12, 1981, 128, pp. 19s.    
    manejo crítico de los patrones de conocimiento y conducta existentes76. Para poder  realizar estos elementos, es necesario distinguir entre la posesión (tenencia) y la  apropiación como aspectos de la propiedad: “La apropiación, como otro aspecto de la  propiedad, abarca los elementos siguientes:   a) la satisfacción de las necesidades relacionadas con la producción que en ella surgen, se  realizan y son creadas;   b) la disposición en cuanto a la producción, distribución y el consumo;   c) además, la disposición en cuanto a todas las condiciones previas de las mismas”77.   En consecuencia, a la producción se refieren tanto necesidades de consumo como  necesidades de actividad. En esto se debe conservar la propiedad, puesto que el  ”hombre lleno de necesidades” requiere cada vez más bienes para satisfacerlas.  Pero la propiedad ya no será el centro de la dinámica social, pues el hombre  desarrolla sus “fuerzas esenciales” y aquellas necesidades que pueden ser  satisfechas en el proceso de apropiación. La apropiación no excluye  necesariamente a las demás personas, sino que las une en los procesos de  apropiación referidos al mismo objeto.   Puesto que es necesario mantener el cambio de mercancías por razones  económicas78, el proceso de apropiación debe facilitar una distribución no  determinada por la propiedad que no solamente incluye los bienes producidos,  sino que representa una nueva estrategia global de la sociedad. Esta estrategia se  caracteriza por la redistribución permanente de todas las fuerzas materiales e  intelectuales de la sociedad y se fundamenta en la oportunidad de todos los  individuos de participar en el proceso de decisión sobre la redistribución79.   La igualdad en la esfera de toma de decisiones requiere una alta y siempre  creciente competencia decisional de todos los participantes, así como condiciones  de decisión objetivas e iguales en todas las esferas. Dado que los hombres no  pueden ser competentes en todas las esferas, se requiere que lo sean en cuanto a  algunas cuestiones socialmente relevantes80. Para este fin, la cultura y su  infraestructura deben salir de la regulación por el mercado, y las oportunidades  del individuo para participar de la cultura no deben estar sujetas a la propiedad81.   En el campo de las formas de vida de los hombres, es posible superar la alienación  si se forman nuevas comunidades que se relacionan al mismo nivel, conservando sus particularidades inconfundibles82. Sólo en el marco de estas comunidades  pueden surgir múltiples necesidades cualitativamente radicales. A diferencia de las  formas de comunidad tradicionales (la amistad en la polis griega; la familia de  hoy), las nuevas comunidades no son constitutivas del Estado, sino constitutivas  del ciudadano. En ellas se podrá perfeccionar un nuevo tipo de personalidad cuya  estructura cualitativa de necesidades y orientación hacia la apropiación lo  capacitarán para realizar gestos de regalo mutuos83.   En la Europa oriental de hoy, sólo pocos hombres dan algunos pasos en esta  dirección porque el poder exagerado del sistema fomenta en el pueblo la  conciencia de impotencia total. “Por eso es que en la actualidad se necesitan  desesperadamente nuevas formas de ilustración, aunque nola ilustración de aquellos que  pretenden poseer la piedra filosofal y nos dicen qué se debe hacer para elevarse del infierno  al país prometido. Se requieren formas de ilustración mutua, no sólo en cuanto a lo que hay  que hacer, sino también sobre cómo hacerlo y qué es lo que se puede hacer. Si somos  capaces de pensar conjuntamente sobre estos problemas, podemos avanzar juntos al menos  algunos pasos”84.   Conra la caracterización global sintetizada en el concepto de la “dictadura sobre las  necesidades” se puede argüir que no se ajusta plenamente a una realidad social  nueva y compleja. Por ejemplo, se puede señalar que no abarca todos los elementos  importantes del sistema soviético, tales como el fomento de la educación, el arte y  la ciencia, aunque todavía bajo condiciones de indoctrinamiento ideológico y  censura. Sin embargo, tal crítica malinterpretaría la intención de la Escuela de  Budapest, pues la importancia teórica del concepto de “dictadura sobre las  necesidades” no se circunscribe a la representación “correcta” de un fenómeno, sino  a la selección de un término que estimule la investigación orientándola hacia los  elementos centrales del fenómeno señalado. La concepción del proyecto de  investigación de la Escuela de Budapest parece ajustarse a este objetivo.   82 Ibidem, p. 87.  83 Ibidem, pp. 89s.  84 Ibidem, pp. 22s.   


1 Lukács, G., Heller, A., Fehér, F. Et al: “Individuum und Praxis”. Positionen der “Budapester  Schule”, Frankfurt del Meno, 1975, pp. 7ss.  2 Ibidem.  3 En el presente trabajo se analizan los textos de Lukács, A. Heller, G. Márkus, M. Vajda y F. Fehér.  4 Lukács, G. Et al. (nota 1), p. 6.  5 Fehér, F., Heller, A.: “Forms of Equality”, en: Telos, Nº 32, 1972, pp. 6-26, p. 26.  6 Heller, A.: “Towards a Marxist Theory of Value”, en: Kinesis 5, Nº 1, p. 7-16, pp. 21 y 25.  7 Heller, A.: “The Dissatified Society”, en: Praxis International, Nº 2, 1983, pp. 359-370; y Heller, A.,  ob. cit (nota 6), p. 50.  8 Vajda, M.: The State and Socialism, New York 1981, pp. 85 ss.  9 Ibidem, pp. 87ss., 102ss.  10 A. Heller entiende por “era moderna” el período de la civilización europea desde el siglo XVIII,  ver: Heller, A.: Theory of History, Londres 1982, pp. 281ss.  11 Ibidem.  12 Heller, A.: Theorie der Bedürfnisse nach Marx, Hamburgo 1980, p. 27.  13 Heller, A.: Das Leben ändern. Radikale Bedürfnisse, Frauen und Utopie, Hamburgo 1981, p. 139.  14 Heller, A.: ob. cit. (nota 12), p. 88.  15 Heller, A.: ob. cit. (nota 13), p. 156ss.  16 Heller, A.: ob. cit. (nota 10), p. 284.  17 Heller, A., Fehér, F., Márkus G.: Der sowjetische Weg. Bedürfnisdiktatur und entfremdeter  Alltag, Hamburgo 1983, p. 257.  18 Fehér, F., Heller, A..: Diktatur über die Bedürfnisse. Sozialistische Kritik osteuropäischer  Gesellschaftsformationen, Hamburgo 1979, p. 26.  19 Ibidem.  20 Ibidem.  21 Heller, A.: ob. cit. (nota 13), p. 91.  22 Fehér, F., Heller, A.: ob. cit. (nota 18), p. 26.  23 Heller, A. et al.: ob. cit. (nota 17), p. 261.  24 Ibidem, p. 254.  25 Heller, A.: ob. cit. (nota 10), pp. 286ss.  26 Ibidem, pp. 306ss.  27 Heller, A. et. al.: ob. cit. (nota 17), p. 255.  28 Ibidem, p. 259.  29 Ibidem, pp. 275ss.  30 Ibidem, pp. 279-282.  31 Ibidem, p. 279.  32 Este concepto no es usado por los autores de la “Escuela de Budapest”.  33 Ibidem, p. 254.  34 Loc. cit.  35 Ibidem, pp. 24ss.  36 Ibidem, pp. 38ss.  37 Ibidem, p. 182.  39 Vajda, M.: ob. cit. (nota 8), p. 134.  40 Heller, A. et. al.: ob. cit. (nota 17), p. 185.  41 Ibidem, p. 198.  42 Ibidem, p. 202.  43 Ibidem, p. 207.  44 Ibidem, p. 208.  49 Vajda, M.: ob. cit. (nota 8), pp. 136, 141.  50 Fehér, F.: “Paternalism as a Mode of Legitimation in Soviet-Type Societies”, en: Rigby, T.H.,  Fehér, F.: Political Legitimation in Communist States, Londres/ Basingstoke, 1982, pp. 64-81.  51 Heller, A. et. al.: ob. cit. (nota 17), p. 209.  52 Ibidem, p. 187.  53 Ibidem, p. 188.  54 Ibidem, p. 189.  55 Ver la constitución soviética de 1977, Arts. 50 y 51.  56 Heller, A.: ob. cit. (nota 13), pp. 111ss. 57 Fehér, F., Heller, A.: ob. cit. (nota 18), pp. 29ss.  58 Heller, A. et. al.: ob. cit. (nota 17), p. 293.  59 Ver. p.ej. Heller, A.: ob. cit. (nota 13), pp. 113ss.  60 Heller, A. et al.: ob. cit. (nota 17), pp. 128-157 passim.  61 Ibidem, pp. 148s. 62 Ibidem, p. 150.  63 Loc. cit.  64 Ibidem, pp. 287s. A diferencia del análisis clasista de G. Márkus, descrito primero, F. Féher,  quien escribió la parte tercera del libro, llega a la última conclusión.  65 Ibidem, pp. 84s.  66 Ibidem, p. 86.  67 Ibidem, p. 90.  68 Ibidem, p. 124.  69 Ibidem, pp. 109s. Y Márkus, G.: “Planning the Crisis: Remarks on the Economic System of Soviet- Type Societies”, en Praxis International, 1, 1981, Nº 3, pp. 240-257; v. 250-253.  70 Heller, A. et. al.: ob. cit. (nota 17), p. 206.  71 Ibidem, pp. 275s.  76 Fehér, F., Heller, A.: ob. cit. (nota 18), p. 19.  77 Ibidem, p. 62. Para una análisis detallado de las formas y posibilidades de la dominación de la  apropiación sobre las formas de propiedad alienantes, ver: Fehér, F., Heller, A.: ob. cit. (nota 5), pp.  16-18.  78 Fehér, F., Heller, A.: ob. cit. (nota 18), pp. 65ss.  79 Ibidem, p. 69.  80 Ibidem, p. 73.  81 Ibidem, p. 80.   82 Ibidem, p. 87.  83 Ibidem, pp. 89s.  84 Ibidem, pp. 22s.    






http://en.wikipedia.org/wiki/Agnes_Heller

http://en.wikipedia.org/wiki/György_Márkus

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